

La madre dice que mató a su hijo por miedo, porque había ocultado su existencia a su actual pareja. Dice que «no lo pensó». Que fue en caliente. ¿Cómo se ahoga a un hijo? ¿Qué ojos se le quedaron al pequeño César cuando vio que su madre no lo soltaba, que no era una broma durante el baño? El niño había vivido con los abuelos en Galicia y su pareja creía que no era su hijo, que era su sobrino. El amor no es ciego. Es inexplicable. Escribió Cioran que el «amor es el infinito puesto al alcance de los caniches». Es mucho más que eso. Es el infinito puesto al alcance de una mujer que no entendió nunca nada de lo que significa ser madre. ¿Cómo pudo ella vivir estos dos años tras quitarle la vida a su hijo con sus manos y con el cadáver del pequeño metido en una maleta bajo tierra? Jamás sabemos si convivimos con el enemigo. Nadie conoce a nadie. (CESAR CASAL - LA VOZ DE GALICIA)
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