Fisterra tiene más viviendas que gente: Casas abandonadas (que se van derrumbando poco a poco, dando muy mal aspecto al entorno), casas de emigrantes (que solamente son ocupadas cuando estos tienen vacaciones), casas de fin de semana o de vacaciones, casas nuevas (que las constructoras y los bancos no pueden vender), casa a medio construir (que asi quedan por falta de dinero para terminarlas).
Por otro lado, cada año vienen más peregrinos y no es que la fé católica aumente. Sino que el peregrinaje es una forma barata de hacer turismo, por eso no cuentan con dinero para comer una mariscada o pagar hoteles. Tambien resulta que hay peregrinos que simplemente son gente que sin posibilidades de conseguir trabajo en ninguna parte de España, terminan aqui. Es mejor tener una pequeña tienda cerca de la playa que dormir en las calles de una ciudad. Y ahora tenemos un alojamiento mejor: nuestro nuevo y abandonado cementerio.
El peregrino que ha convertido en su hogar un nicho del cementerio de César Portela en Fisterra podrá seguir durmiendo allí. «A situación non é normal, pero se non fai dano, non ten por que haber problemas, sempre e cando non se quede moito tempo», decía ayer el alcalde de la localidad, José Manuel Traba, quien reconoce que la presencia de una persona en tales instalaciones resulta algo incómoda al Ayuntamiento.
Santiago se instaló allí hace dos meses tras llegar caminando a Fisterra desde Castilla-La Mancha. Dice que goza cada mañana de los impresionantes amaneceres sobre la ría de Corcubión y que el nicho, con saco de dormir y esterilla, es cómodo. Allí, cuenta, se está bien. No le preocupan el frío ni la lluvia. Para su higiene y para beber tiene una fuente unos metros más arriba y la comida la apaña cuando lo invitan, cazando y pescando. Todo menos lujos, pero parece bastante feliz.
«Tiene algunas deficiencias en la construcción y se cuela agua entre las juntas de la piedra» Ningun periodista le preguntó por que partido va a votar (si lo hace por correo).
Santiago se instaló allí hace dos meses tras llegar caminando a Fisterra desde Castilla-La Mancha. Dice que goza cada mañana de los impresionantes amaneceres sobre la ría de Corcubión y que el nicho, con saco de dormir y esterilla, es cómodo. Allí, cuenta, se está bien. No le preocupan el frío ni la lluvia. Para su higiene y para beber tiene una fuente unos metros más arriba y la comida la apaña cuando lo invitan, cazando y pescando. Todo menos lujos, pero parece bastante feliz.
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